jueves, 25 de noviembre de 2010

Neutralidad de la red

En los últimos días se está viviendo en España un acalorado debate sobre la necesidad de asegurar la neutralidad de la red. En esta entrada intentaré resumir brevemente cuál es la situación y cómo nos puede afectar a los bibliotecarios y a las bibliotecas.

¿Qué es la neutralidad de la red?

Hasta hace poco tiempo el concepto de neutralidad de la red nos sonaba a chino a muchos de nosotros porque, como la buena tipografía, es algo que "está" y cumple su función, pero sin hacerse notar.
Básicamente, la neutralidad de la red significa que el tráfico generado en internet es tratado de forma neutral y equitativa, sin primar unos contenidos, sitios o dispositivos por encima de otros.
Por poner un ejemplo: si yo me conecto con mi portátil para ver mi correo y mi vecino para realizar una operación bancaria, nuestras peticiones serán tratadas en la red de igual forma, sin que ninguno de los dos tenga preferencia sobre el otro (ojo, no hay que confundir esto con el ancho de banda contratado, que sería otra cosa distinta). Si queremos una metáfora más visual sería como una cola de cafetería, en la que quien llega antes pide primero y nadie puede colarse, independientemente de si quiere un menú o un café.

Situación actual

Ahora bien,  esta regla, una de las fundamentales que han regido internet desde sus inicios, es puesta en tela de juicio (y a veces incumplida) por parte de algunas compañías de telecomunicaciones y analistas, que sostienen que la priorización de la transmisión de datos en función de los contenidos o de las partes que establecen la comunicación contribuiría a la mejora de la propia red, pudiendo implantar nuevos y mejores servicios, así como evitar algunos de los males de la actual internet (spam, piratería, contenidos basura, etc.). La moraleja sería: "la neutralidad de la red nos impide crecer".

¿Dónde está el problema entonces? ¿Mejores servicios y calidad? Eso es bueno, ¿no? Sí, es bueno... si puedes pagarlo, ya que, por supuesto, esa priorización se aplicaría a los que pudiesen pagar por ella (en principio no se trata de que pague el usuario, sino los portales de contenidos, aplicaciones en línea, etc.). Al mismo tiempo, esta medida puede conllevar otros efectos no tan "deseables":
  • Estaríamos abriendo la puerta a que las empresas de telecomunicaciones pudiesen decidir qué contenidos son dignos de priorizarse y cuáles no, o lo que es lo mismo, a la censura.
  • Se podrían crear pseudo-monopolios formados por grandes proveedores de contenido asociados con proveedores de acceso, que podrían ahogar fácilmente cualquier tipo de competencia empresarial que se les plantease en internet.
  • Acabaría existiendo una internet "de primera" (para los que pudiesen pagar más) y otra "de segunda".
En este vídeo de ADNStream podemos ver de forma más gráfica lo expuesto anteriormente:


Ante esta situación la postura de los gobiernos se está revelando (como en casi todo lo relacionado con la web) algo ambigua. En España parece que el Gobierno es partidario de romper la neutralidad de la red, tal vez por la presión de los lobbys de las telecomunicaciones, con Telefónica a la cabeza. Mientras, en el Senado se ha presentado en los últimos días una moción a favor de que el Estado se comprometa a mantenerla en España, moción que no ha sido aprobada y que está generando agrias discusiones en blogs como el de Enrique Dans, y se prevé otra moción similar proveniente de los partidos que han votado en contra (una forma como otra de marear la perdiz por parte de nuestros políticos, lo cual hace dudar de que realmente quieran hacer algo).
Por su parte, la Unión Europea anuncia que pronto se hará público un informe con las conclusiones del debate que ha llevado a cabo sobre este tema en los últimos meses.

Consecuencias para las bibliotecas

Como conclusión se podría pensar que, como bibliotecas, la pérdida de la neutralidad de la red no nos afecta especialmente, pero en mi opinión hay diversas razones para tenerla en cuenta:
  • Como organismo que tiene por objetivo facilitar y proporcionar acceso a la cultura deberíamos tener la obligación ética de oponernos a cualquier tipo de censura, sea del tipo que sea.
  • Los presupuestos de las bibliotecas suelen ser más que escasos. Si el futuro a largo plazo de éstas pasa por internet (como mediadores en el acceso a la información y creadores de información con valor añadido) siempre estaremos en inferioridad de condiciones frente a nuestra potencial competencia (Google Books, por ejemplo).
  • En los casos en que la biblioteca no sea directamente un productor de contenidos le afectará también a la hora de poder acceder a éstos, favoreciendo que tengamos que elegir unos recursos en detrimento de otros por factores ajenos a su calidad intrínseca.
  • Por último, y a un nivel más general, la falta de neutralidad en la red provocaría un fuerte avance hacia la total conversión de internet en un medio controlado por las empresas y enfocado exclusivamente al comercio, lo cual tal vez beneficiase a la "industria de la cultura", pero no a la difusión de la propia cultura.

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